Los trabajos premiados fueron:
Categoría A
Fantasía.
Sara
Lian Martínez Morales 2º ESO B
Alba escuchaba el sonido de la lluvia
tras los cristales. Un sonido a su espalda la devolvió al interior de la
habitación.
-¿Abuelo? Al girarse, un objeto fue a
caer en su regazo, con la misma textura de pergamino que las manos que lo
traían. -¿Un libro? ¿De caballos? Ya sabes que me encantan. El anciano llenó su
cara de arrugas, en una sonrisa misteriosa, mientras Alba abría el libro
ilusionada. -Pero... Está en blanco. Un libro en blanco no sirve para nada. -Te
equivocas. Las mejores historias no se leen en libros vacíos. Se escriben en
ellos.
Categoría B
Mi
nuevo mando de la tele.
Noelia González
Gutiérrez 4º ESO B
Una tarde de domingo, sentada en el
sofá a punto de aburrirme me decidí a encender la televisión. Esperaba ver algo
que me distrajera de mis propios pensamientos. Envidiaba a mi perro que con un
solo hueso se entretenía toda la tarde. Procedí a cambiar de canal y entonces
el mando había desaparecido. Despues de un rato buscando no conseguí
encontrarlo. Lo más curioso es que cada vez que mi perro ladraba la televisión
cambiaba de canal.
Categoría C
Espejito, espejito.
Andrea
González Díaz. Bachillerato Humanidades, 1B
La
sangre teñía la nieve que jamás volvería a ser blanca, y los pájaros, en señal
de luto, dejaban paso al canto de los cuervos. Entretanto, me sacaba los
últimos pedazos humeantes de un corazón ajeno que se habían quedado pegados
debajo de mis uñas; “nunca le mandes a un cazador lo que sólo una bruja puede
hacer” dije, mientras le dedicaba al cadáver la sonrisa más hermosa del reino.
Otros siete trabajos merecieron una distinción especial del jurado y se entregó a sus autores un CD con los microrrelatos grabados por ellos mismos.
Recuerdos. Miriam Vicente Martín
3º ESO A
Abrió el polvoriento baúl de madera. Revolvió
entre las ropas y encontró un vestido amarillento. Se acercó a un sucio espejo
y lo limpió. Se colocó el vestido por encima de su ropa. El espejo le devolvió
el rostro adolescente de su abuela poblándose el vestido, mientras que un paloma
zureaba en el tragaluz.
El
amor de una gata. Adrián Pisano García 4º A
Cuando las nebulosas mañanas en la ciudad cubrían
nuestra pequeña jaula, nosotros nos despertábamos para ver con que la vida de
los gatos fuera fácil, pero nosotros, como felinos que éramos, buscábamos algo
que llevar a la boca. Éramos gatos abandonados, yo era una gata enamorada de mi
platónico y felino amor. Yo tenía complejo de ser humano por ello cuando delaté
mi amor por él le envié esta carta: “Yo, si no fuera gato, ni nada parecido,
moriría siete veces por una sola vida contigo”. Así continuo nuestra vida por
Madrid, pero ahora era juntos.
Espartacus. Marcos
González Tresgallo 3 A
La
plaza está llena, en la taquilla han colgado el cartel de “no localidades”.
40ºC en la sombra y aún así la gente quiere fiesta. Oigo una música, el
murmullo de la gente, aplausos….Estoy nervioso, es mi primera vez, y no sé qué
hacer. Escucho al fondo una trompeta, seguida un silencio total, golpes en mi
puerta y voces que me llaman. Salgo corriendo hacia la luz y en el centro de
una plaza hay una persona, con traje deslumbrante, y en la mano un capote. Mi
sangre se calienta, voy hacia él, rozo su capote y oigo un ¡Ooolé! .
La mano que pega, es la misma que acaricia. Iciar
Martino 2º BACH
En diciembre, Ana fue asesinada. En noviembre,
llevaba cada día un golpe diferente a su trabajo. En octubre, comenzaron los
gritos a causa de fuertes celos. En septiembre, ya había caricias más fuertes
que otras. En agosto, había intención de boda. En Julio, todo era felicidad. En
Junio, Roberto era el amor de su vida. En Mayo, Ana y Roberto se
conocieron.
Amor,
muerte y otras mentiras. Paula
Revuelta 1º Bach. Artes B
La
escena es terriblemente cliché: lápidas mojadas, charcos en la hierba y lluvia
camuflando las lágrimas de los presentes. Parece recién sacado de una película
mala. ¿A quién se le ocurre morir en noviembre? Desde tu perspectiva, la ves.
Está preciosa, como siempre: el pelo azabache cayendo grácilmente sobre sus
hombros, las mejillas sonrosadas, un paraguas en una mano y un pañuelo empapado
en la otra. Aunque sabes la verdad, decides fingir que te crees su actuación y
sus lágrimas de cocodrilo, que te va a echar de menos. Susurras "te
perdono". Nadie te oye, porque estás muerto.
Esperando al barquero. Rubén
Prieto González 4ºAR B
Arrastrado
por el pasaje de los suspiros, oigo el gorjeo de una golondrina: una oda a la
libertad cada vez más tangible. Sin vacilar, me siento en la silla. No hay
lamentos. No hay súplicas. No hay miradas atormentadas hacia atrás. Tan sólo
esperar la llegada del barquero, con su oscura góndola, a través de las aguas
negras como la noche. Punzadas de dolor recorren mi cuerpo durante unos
instantes. Subo a la barca y dejo que su dueño guíe hacia mi último destino.
Como la golondrina, mi alma se libera. Mi cuerpo queda atrás…
Opide. María
González Bueno 2º Bachillerato Humanidades B
Revelaré
el mejor secreto jamás contado. Siempre he sabido la identidad de mi padre,
pero siendo sinceros, ¿os habríais resistido a la reina Yocasta? Incluso superé
a la esfinge con tal de estar con ella.
Felicidades a todos por el buen trabajo.