Publicamos ahora uno de los trabajos pertenecientes al Callejero Literario de Torrelavega, recién editado por el Ayuntamiento. Este artículo de Javier González e Íñigo Echegoyen fue inicialmetne el trabajo de documentación que acompañaba a una solicitud al Ayuntamiento para que fuese puesto el nombre de D. Miguel de Unamuno a una calle de Torrelavega. La sorpresa fue que ya existía una calle con ese nombre desde 2001, pero no constaba en ningún callejero, porque la decisión municipal, 11 años después, aún no se ha ejecutado.
“…volvíamos a ti por todas las veredas...
qué difícil, en los
vestigios
del ayer perseguir tu huella…”
del ayer perseguir tu huella…”
(José Hierro)
Don
Miguel de Unamuno fue un escritor perteneciente a la Generación del 98, nacido
en 1864 en Bilbao. Estudio Filosofía y Letras y en tres ocasiones ostentó el
cargo de rector de la Universidad de Salamanca. Pero sus ataques al rey y a
Primo de Rivera hacen que en febrero de 1924
sea exiliado hasta la caída del régimen. A su vuelta se presenta concejal por
la Conjunción Republicano-Socialista en 1931 y resulta elegido. Será
precisamente Unamuno quien proclame la República en Salamanca el 14 de abril de
ese año. Al iniciarse la guerra civil, apoya primero a los rebeldes, pero en el
acto de apertura del curso académico se arrepintió públicamente de su apoyo a
la sublevación. Murió de forma repentina en 1936 en su domicilio de Salamanca.
Unamuno
tuvo cierta relación con Torrelavega, si bien no fue constante e intensa, pero
si lo suficiente como para mantener amistades en la comarca e inspirar en el autor escritos, cartas y
alabanzas a esta noble ciudad y sus gentes. Así se expresa cuando se dirige por
carta al Dr. Velarde:
… de
ésa para mí inolvidable Torrelavega.
Don
Miguel estuvo por primera vez en Cantabria en 1923, sólo un año antes de su
exilio, invitado por su amigo, el conocido crítico literario y escritor José Mª
de Cossío, a su Casona de Tudanca, en el Valle del Nansa, escenario en el que
se desarrollan algunas escenas de la novela perediana Peñas Arriba. Allí en Tudanca se hará amigo de D. Ventura, el
sacerdote, y de D. Escolástico, el
maestro. Tras su estancia en Tudanca había pasado un par de días en
Torrelavega, hospedándose en el Hotel
Bilbao, durante esta visita inicia unas amistades duraderas, entre éstas
la que tiene con el Dr. Bernardo Velarde
y D. Enrique D. Madrazo.
EI
6 de septiembre de 1931 Unamuno volvió a
Torrelavega, para participar un mitin organizado con motivo de la visita de la
Juventud Republicana de Bilbao a los republicanos torrelaveguenses. EI día 7 se
consiguió celebrar el acto republicano, a pesar de las dificultades que había
puesto el Gobernador interino.
En
esos días don Miguel se hospedó en la
finca que tenía en Tanos el doctor Velarde, a la que Unamuno bautizó en alemán Augenweide, "pasto de los ojos”,
pues desde allí se divisaba la hermosa
vista del Dobra, lugar al que solían subir durante sus estancias en
Torrelavega.
El
Dr. Velarde poseía un perro San Bernardo, Barry,
que había traído de Einsenberg (Alemania), del cual Unamuno se encariño mucho,
al enterarse de su muerte compuso el siguiente poema, y fue él quien le puso
epitafio.
Descansa en paz mi pobre compañero
descansa en paz, más grande
la suerte de tu Dios que no la tuya
Los dioses mueren cuando muere el perro
que le lamió las manos
que le miró a los ojos
y al mirarle así les preguntaba
¿a dónde vamos?
Miguel de Unamuno junto a Barry,
en El Refugio de Tanos
La estancia de Unamuno en Torrelavega le permitió descansar en la finca de Tanos a lo que ayudó su ambiente campestre. Unamuno venía a encontrar tranquilidad para el espíritu, pero encontró inspiración para componer a los pies del monte Dobra, un poema que tituló Augenweide, donde muestra la visión bucólica del monte Dobra desde la finca del Dr. Velarde.
Pasto de los ojos; canto
del sol sobre el verde; nido
seguro de apego santo;
fresco rincón escondido
donde la cuesta se acuesta
a dormir; primer empeño
de mocedad: la gran fiesta
de desnudar al ensueño.
La
importancia de la presencia de Unamuno en Tanos está ratificada por otro
gran escritor español, premio Cervantes en 1998 y muy vinculado a Torrelavega,
José Hierro, quien en el año 1951 compuso un poema a esa estancia de Unamuno en
Tanos por el 15 aniversario de su muerte.
En memoria de D. Miguel de Unamuno, a través de los re-
cuerdos de D. Bernardo Velarde
Escuchábamos las palabras
que restallaban en tu lengua.
Tallado en piedra, contemplábamos
tu perpetuo gesto
de piedra.
Junto a tu sueño,
un perro, como
los guerreros de las leyendas.
donde tu mano un día ardiera. Estrechábamos una mano
Recordábamos y
volvíamos
a ti por todas las veredas.
Y era difícil encontrarte,
abarcarte, saberte; era
como erigir ciudades de oro
con sillares leves de niebla.
Ay, llama ardiente, donde el alma
quemaba su olorosa leña,
qué difícil, en los vestigios
del ayer perseguir tu huella;
tallarte en tiempo, hacerte tiempo,
volverte a tu
total materia,
huesos y sangre temporales,
verbo terrible de profeta.
La eternidad,
sobre tus hombros
pesaba como noche negra.
Qué difícil imaginarte.
Sombra y perfume eres apenas.
Sombra de sus sueños que soñara
el Padre, aroma de materia
que modelara el Padre. Sombra
y perfume apenas.
Es imposible hallar al hombre
que te llevaba por la Tierra.
José Hierro 31-XII-51. 15 Aniversario de la muerte [de Miguel de Unamuno] |
Como parte de una pared, en un camino vecinal, ahora asfaltado, muy cerca del Refugio de D. Bernardo Velarde, hoy se puede ver una piedra de gran tamaño, con esta inscripción tallada y bastante legible “AUGENWEIDE”. Fue deseo del Dr. Velarde hacer así un homenaje al poema que compuso en su finca Miguel de Unamuno.
Tallado en piedra,
contemplábamos / tu perpetuo gesto de
piedra
(José Hierro)
|
Torrelavega: Cruce de Caminos |
A la derecha
de este prisma de piedra hay otro más pequeño con la frase también tallada en la piedra Cruce de caminos, difícil de leer. Debajo
de ella hay una cruz y, más abajo, las
iniciales “M de U”, que naturalmente se refieren a Don Miguel de Unamuno. Una
clara muestra de que Don Miguel fue uno de los primeros en darse cuenta de la
posición estratégica de Torrelavega con el resto de la región, pues utilizó la
ciudad como residencia en sus estancias y desde aquí se desplazaba a los
distintos lugares que visitaba (Altamira, Santander, Tudanca…).
Hasta
el siglo XIX Torrelavega había sido poco más que una aldea abandonada, pero en
muy poco tiempo se convirtió en el eje de las comunicaciones entre las
distintas zonas de la región, que es hoy día. Esta
piedra es un regalo de Unamuno a Torrelavega, que debería tener mejor consideración
y conservación pues bien podría convertirse en un icono para nuestra ciudad, el
símbolo de su carácter abierto y próximo, que además lleva la firma de Don
Miguel de Unamuno.
Emplazamiento de las piedras en el exterior de la finca |
Cuando
comenzamos este trabajo pensábamos que Unamuno no poseía una calle en la ciudad
y, de hecho, hicimos una propuesta al Ayuntamiento de Torrelavega para que
diera su nombre a una vía pública. Para nuestra sorpresa la respuesta fue que ya
había una calle con el nombre de Unamuno en el municipio. El Ayuntamiento había
aprobado en 2001 una restructuración del callejero de Tanos y había dado nombre
a una veintena de calles que no lo tenían; entre otros el de Miguel de Unamuno.
Por tanto, la calle Miguel de Unamuno sale
desde el Paseo Fernández Vallejo, a
la altura del monumento a Los Picayos de Tanos, hasta la Carretera que va a
Cartes, discurriendo por detrás del restaurante El Refugio, que aún conserva el nombre de la finca del doctor
Velarde. Se
trata de una calle estrecha y algo retirada, dividida en dos tramos; uno que se
utiliza casi exclusivamente para servicio del restaurante y otro residencial,
rodeado de nuevas urbanizaciones y casas antiguas. Separa ambos tramos una calle
que lleva el nombre de Bernardo Velarde
y que corta perpendicularmente a la de Miguel
de Unamuno, en un abrazo simbólico entre los dos amigos. Precisamente era esa la calle que nosotros habíamos propuesto al
Ayuntamiento para nombrarla Miguel de
Unamuno. Es también en este hermoso paseo donde se encuentran las
inscripciones en piedra y, seguramente, por donde Unamuno pasearía durante su
estancia en la finca de Tanos con su amigo y anfitrión. Además considerábamos
que el paseo unía estas inscripciones con el campus de la universidad de
Torrelavega a través del barrio San
Julero; y qué mejor referencia para Unamuno que la Universidad, puesto que
durante tiempo él mismo fue rector en la de Salamanca.
Advertimos,
sin embargo, que quien busque esta calle en Tanos no lo va a encontrar ninguna referencia, porque
no hay letrero alguno, ni aparece reflejada en los callejeros. La decisión
tomada hace once años aún está pendiente de ejecución.
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