lunes, 24 de febrero de 2014

La Narración. Construir un relato policial (13) El espacio: Formas de descripción

Además de lo que hemos visto, puedes presentar de dos formas las descripciones de los lugares: 
De manera estática, deteniendo la acción del relato para contar cómo es el lugar y mostrándolo como en una fotografía o una cámara fija.
De forma dinámica, acompañando a los personajes según avanza la acción. Aquí la descripción es móvil, como una cámara cinematográfica que acompañase al personaje. Observa esta descripción de Baroja:

Un día fueron todos a ver a los parientes. A Andrés, sólo tener que ponerse la camisa planchada, .le dejó de un humor endiablado.
Los parientes vivían en un caserón viejo de la parte antigua de la ciudad. Era una casa grande, pintada de azul, con cuatro balcones, muy separados unos de otros, y ventanas cuadradas encima.
El portal era espacioso y comunicaba con un patio enlosado como una plazoleta que tenía en medio un farol.
De este patio partía la escalera exterior, ancha, de piedra blanca,  que entraba en el edificio al llegar al primer piso, pasando por un arco rebajado. 
Llamó don Pedro, y una criada vestida de negro les pasó a una sala grande, triste v oscura.
Había en ella un reloj de pared alto, con la caja llena de incrustaciones, muebles antiguos de estilo Imperio, varias cornucopias y un plano de Valencia de princi­pios del siglo XVIII.
Poco después salió don Juan, el primo del padre de Hurtado, un señor de cuarenta a cincuenta años, que les saludó a todos muy amablemente y les hizo pasar a otra sala, en donde un viejo, reclinado en ancha buta­ca, leía un periódico. 
                                                                                        Pio Baroja. El árbol de la Ciencia.    
  
En ambos casos, pero más favorable al segundo, se pueden emplear técnicas cinematográficas para describir: encuadres, movimientos de cámara, angulaciones del punto de vista... Lo comprobamos en  Lenguaje del cine 1 [Movimientos de cámara, 6.20] y  Lenguaje del cine 2 (Posiciones de cámara 0.0; Encuadres, 1.30 – 4,20)] Una muestra-resumen en Ejemplos de planos audiovisuales

Lo que acabas de ver también lo puedes emplear en tu relato literario:


Como ya has aprendido muchas cosas vas a aplicarlas, contando una secuencia de tu argumento donde incluyas movimientos de cámara, encuadres, planos... esto es, haciendo que se aprecie claramente la descripción cinematográfica.

Te sorprenderá comprobar cómo Azorín, en el comienzo de su novela La Voluntad, utiliza un larguísimo zoom seguido de un travelling que acaba en dos primeros planos (plano-contra-plano típico de los diálogos cinematográficos) ¡Y eso incluso antes de que existieran esos movimientos de cámara en el cine! Compruébalo, y también cómo utiliza para describir los diferentes sentidos:


A lo lejos, una campana toca lenta, pausada, melan­cólica. El cielo comienza a clarear indeciso. La niebla se extiende en larga pincelada blanca sobre el campo, y en clamoroso concierto de voces agudas, graves, chirriantes, metálicas, confusas, imperceptibles, sonoro­sas, todos los gallos de la ciudad dormida cantan. En lo hondo, el poblado se esfuma al pie del cerro en man­cha incierta. Dos, cuatro, seis blancos vellones que bro­tan de la negrura, crecen, se ensanchan, se desparraman en cendales tenues. Los golpes espaciados de una maza de esparto, resuenan lentos.
Poco a poco la lechosa claror del horizonte se tiñe en verde pálido. El abigarrado montón de casas va de la oscuridad saliendo lentamente. Largas vetas blan­quecinas, anchas, estrechas, rectas, serpenteantes, se entrecruzan sobre el ancho manchón negruzco.
(...) Las herrerías despiertan con su sonoro ­repiqueteo; cerca, un niño llora; una voz grita colé­rica. Y sobre el oleaje pardo de los infinitos teja­dos, paredones, albardillas, chimeneas... surge majestuosa la blanca mole de la iglesia Nueva.
La ciudad despierta. Las desiguales líneas de las fachadas fronterizas a Oriente, resaltan al sol en vívida blancura. Arriba, en el santuario, una campana tañe con dilatadas vibra­ciones. Abajo, en la ciudad, las notas argentinas de las campanas vuelan sobre el sordo murmullo de voces, golpes, gritos de vendedores, ladridos, canciones, re­buznos,  tintineo de fraguas, ruidos mil de la multitud que torna a la faena. (...) Aquí y allá, en el mar gris de los tejados uniformes, emergen las notas rojas, amarillas, azules, verdes, de pintorescas fa­chadas. (...). Las campanas tocan en multiforme campaneo. El humo blanco de las mil chimeneas as­ciende lento en derechas columnas. En las blanquecinas vetas de los caminos pululan, rebullen, hormiguean ne­gros trazos que se alejan, se disgregan, se pierden en la llanura: Llegan ecos de canciones, traqueteos de ca­rros, gritos agudos. La campana de la iglesia Nueva  tañe pesada (...)
A la derecha de la iglesia Vieja -ya en la ciudad­- está la parte antigua del poblado. La parte antigua se extiende sobre escarpada peña en apretujamiento inde­finido de casas bajas, con las paredes blancas, con las puertas azules, formadas en estrechas callejuelas que reptan sinuosas. El laberinto de retorcidas vías prosigue enmarañado. En el fondo de una calleja de terreros tejadillos, el recio campanario de la iglesia Vieja se perfila bravío.
(...) Junto a la torre, la calle de las Once Vigas baja precipitada en sus once resbaladizos escalones. Luego, dejada atrás la calle, se recorre una rampa, se cruza la antigua puerta derruida del Castillo, se sale a una pintoresca encrucijada. En el centro, sobre un peñasco en­jabelgado, se yergue una doble cruz verde inquietadora. La calle de la Morera desciende ancha. Y doblada la esquina, recorridos breves pasos, la plaza destartalada del Mercado aparece con sus blancos soportales en redondos arcos ,con su caserón vetusto del ilustre concejo.
Y la edificación moderna comienza: casas anodinas, vulgares, pintarrajeadas; comercios polvorientos, zagua­nes enladrillados de losetas rojizas. A ratos, una vieja casa solariega se levanta entre la monotonía de las casas recientes (...)
La casa fue terminada el día de la Cruz de Mayo. En la fachada, entre los dos balconcillos de madera, resalta en ligero relieve una cruz grande. Dentro, el porche está solado de ladrillos rojos. Las paredes son blancas. (...) Y sobre la blancura vívida de la cal, resaltan brilladores, refulgentes, áureos, los braserillos diminutos, las chocolateras, los calentadores.
Ancho arco divide la entrada.
A la izquierda, se sube por un escalón a una puerta pintada de encarnado negruzco. (...) Es la puer­ta de la sala. Amueblan la sala sillas amarillas con vivos negros, un ancho canapé de paja, una mesa, A lo largo de las paredes luce un apostolado en viejas estampas toscamente iluminadas.
(...) Sobre la mesa reposan tres volúmenes en folio, y en hilera, cuidadosamente ordenados, grandes y olorosos membrillos. En el fondo, cierra la alcoba una mam­para con blancas cortinillas.
A la derecha del porche, se abre la cocina de ancha campana. A los lados, adosados á la pared, corren dos poyos bajos. Dos armarios, junto a cada poyo, guardan el apropiado menaje. La luz, en la suave penumbra, baja por la espaciosa chimenea y refleja sobre las losas del hogar un blanco resplandor (...).
Dulce sosiego se respira en el ambiente plácido. En la vecindad los martillos de una fragua tintinean argen­tinos. A un extremo de la mesa de retorcidos pies, en la entrada, Puche, sentado, habla pausadamente; al otro extremo Justina escucha atenta. En el fondo um­brío de la cocina, un puchero borbolla con persistente moscardoneo y deja escapar tenues vellones blancos.
Puche y Justina están sentados. Puche es un viejo clérigo, de cenceño cuerpo y cara escuálida. Tiene palabra dulce de iluminado fervoroso y movimientos resig­nados de varón probado en la amargura., Susurra levemente más que habla; sus frases discurren untuosas, benignas, mesuradas, enervadoras, sugestivas. (...)
Justina es una moza fina y blanca. A través de su epidermis transparente, resalta la tenue red de las venilIas azuladas. Cercan sus ojos llameantes anchas ojeras. y sus rizados bucles rubios asoman por la negrura del manto, que se contrae ligeramente, al cuello y cae luego sobre la espalda en amplia oleada.
Justina escucha atenta á Puche. Alma cándida y ar­dorosa, pronta á la abnegación o al desconsuelo, recoge píamente las palabras del maestro y piensa.
Azorín. La Voluntad.



En la Antología del relato policial que está leyendo también puedes encontrar…

Picados (Un suicidio curioso. p.248),
Media hora después estaba mirando las negras aguas del lago Leman desde un elegante puente suizo. Permaneció largo rato contemplándolas, imaginando su cuerpo cayendo en ellas desde allí arriba, cayendo en el agua sin salpicar, hundiéndose.
Miró fijamente aquella profunda oscuridad que parecía tan sólida y que, en realidad, era tan receptiva que estaba tan dispuesto a tragárselo y a mandarlo a la muerte. Pero no tenía el valor ni sentía la desesperación necesaria para suicidarse

Travelling (Si muriera antes de despertar pp.184-185);
   Algo más lejos (a mi me pareció como un kilómetro y medio) vi una hilera de carteles anunciadores; tardé mucho tiempo en llegar hasta ellos, pero cuando por fin lo hice, me alegré de haber continuado en esa dirección, porque en la parte inferior de los palos que sostenían los carteles –estos quedaban muy por encima de mi cabeza- vi pequeñas rayas. Hasta este lugar, al menos, Jeanie había permanecido fiel a su costumbre. Al atardecer este paraje debía de ser muy solitario; pero ahora era terrible: una carretera desierta, flanqueada por la densa oscuridad del campo, en el que los altos pastizales susurraban agitados por el viento. Había postes de alumbrado, pero estaban tan lejos uno del otro, así que los trechos oscuros me resultaban muy largos. Todos los postes, sin embargo, estaban marcados con tiza, lo que quería decir que él no se atrevió a que nadie los llevara en coche.
Me di media vuelta para mirar atrás, y las luces de la ciudad eran apenas un resplandor que se reflejaba en el cielo. ¡Qué ganas tenía de volverme! (…) Una masa más oscura que la oscuridad que me rodeaba se me iba acercando poco a poco. Era como una gran muralla negra donde iban a morir los campos y que, a medida que yo me aproximaba, se iba haciendo más alta. ¡Era el bosque!.
Al fin los árboles me rodearon por todas partes.

Panorámicas (La banda moteada. p. 27), 
   El edificio, de piedra gris con manchas de liquen, tenía una parte central más alta y dos alas curvas, como las pinzas de un cangrejo, que sobresalían por los lados. En una de aquellas alas, los vanos de las ventanas estaban tapados con tablas, y se apreciaba que el techo se había hundido en parte, ofreciendo una conmovedora imagen de ruina y desolación. La parte central se hallaba en mejor estado de conservación, y el bloque de la derecha, por su construcción comparativamente moderna, las celosías de las ventanas y el humo azul que formaba espirales por encima de las chimeneas, ponía de manifiesto que en esta ala era donde residía la familia. Algunos andamios cubrían la pared del final, y se habían hecho algunos orificios en la sillería, pero cuando llegamos nosotros no se veía a nadie trabajando. Holmes paseó, con gran lentitud, de un extremo a otro por el césped mal cuidado, y examinó con mucho interés la parte exterior de las ventanas.

Planos detalle (Solo pueden ahorcarle una vez. p. 123)
Cerró cuidadosamente la puerta tras sí y subió hasta el tercer piso. Allí vio a Jarboe, arrodillado junto a la puerta del dormitorio de Timothy Binnett y espiando por el ojo de la cerradura. En el suelo, a su lado, había una bandeja con un huevo en una huevera, una tostada, una jarrita de café, vajilla, cubiertos de plata y una servilleta.
                                                                                             
La descripción puede ser incluso el elemento que organice el relato. El ejemplo esta vez está en un poema-descripción del francés Arthur Rimbaud (¡lo escribió a los 16 años!); se titula El durmiente del valle. Observa el leve movimientos cinematográfico ¿De qué procedimiento se trata?.


Es un claro del bosque donde canta un río
colgando alocadamente de las hierbas jirones
de plata; donde el sol de la altiva montaña
brilla: es un pequeño valle espumoso de luz.

Un soldado, joven, boquiabierto, cabeza desnuda
la nuca bañada en la frescura azul,
duerme; está tumbado en la hierba, bajo el cielo,
pálido en su verde lecho donde llueve la luz.

Los pies en los gladiolos, duerme. Sonriendo como
sonreiría un niño enfermo, está soñando:
Naturaleza, mécelo cálidamente: tiene frío.

Los perfumes no hacen que se estremezca su nariz;
duerme bajo el sol, la mano sobre el pecho,
tranquilo.
Tiene dos agujeros rojos en el costado derecho.


                  Dos consejos finales:

 La dificultad de describir un espacio disminuye cuando el lugar es conocido. Aunque hayas elegido un argumento situado en un lugar extraño para ti, procura ver en él alguna localización cercana a ti, que lo sustituya. Si lo haces así podrás desenvolverte mejor y el lugar será más creíble. 
 
Para que puedas “meter” al lector  en tu relato es importante que al describir utilices los cinco sentidos; los seres humanos nos comunicamos con el mundo a partir de la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato; úsalos y la descripción será más eficaz.

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Quiénes somos

Éste es el blog del Departamento de Lengua del IES Manuel Gutiérrez Aragón de Viérnoles (Cantabria). Con este título queremos hacer un homenaje a Rafael Barrett, escritor contemporáneo a la Generación del 98, nacido en Torrelavega, muy poco conocido en nuestro país pero una figura fundamental en la literatura y la cultura de Sudamérica, especialmente en Paraguay, país donde vivió intensamente y escribió lo mejor de su obra. Comprometido con su tiempo, Mirando vivir es el título con el que se publicaron sus artículos periodísticos en 1912. Mirar la vida es, precisamente, la función de la escritura literaria, que observa, analiza con una mirada especial la vida de los seres humanos. Barret -ingeniero, matemático, periodista, narrador, ensayista- fue un anarquista no violento que jugó siempre la carta de los perdedores y denunció las raíces de los males sociales. En 2010 se cumplen cien años de su muerte, un buen pretexto para recuperarlo.