En este momento ya deberíamos tener casi
completo el relato. Sin embargo, aún queda una cosa más para perfeccionarlo, lo más
importante: los personajes. Sin ellos no habría relato pues son los que
realizan las acciones.
Los escritores no
"inventan" de la nada sus personajes, siempre existe algo que provoca
su aparición. Lo más fácil, y útil, es que los personajes estén tomados de la
realidad, bien reproduciendo fielmente una persona real, o creando el personaje
a partir de algún/os rasgos observados en un modelo real. Hay novelas en las
que, con fines satíricos, se insinúa una persona real a través de ciertos
rasgos de un personaje.
Tus personajes te vienen
dados por la noticia que has elegido. Pero no tienes mucha información de ellos
(de algunos apenas nada) Vas a tener que reconstruir su físico, su
personalidad... Lo mejor será echar mano de la gente que te rodea. Ellos te servirán de modelos.
Personajes planos y personajes
en relieve.
Los programas dirigidas a
ser fácilmente consumidas: series televisivas y películas poco exigentes,
publicidad..., nos ofrecen una visión muy superficial del ser humano: establecen
tipos de personajes fácilmente identificables (la chica mona-pero-tonta, el
bueno, el ambicioso, el altruista, el malo...) En la realidad es bastante
frecuente que valoremos a las personas aplicándoles rótulos parecidos para
resumir su forma de ser. Pero esa es una manera de simplificar la complejidad del carácter de las personas, que no siempre son enteramente buenas, o
totalmente envidiosas...
En el relato se puede
presentar los personajes planos: aquellos que tienen un esquema
invariable de comportamiento, siempre son iguales a sí mismo, incapaces de
sorprender. Los héroes románticos, las novelas de caballerías, los relatos de fácil consumo... utilizan esta
forma de presentar los personajes. Generalmente se ofrecen sus rasgos
característicos (físicos y sicológicos) en el momento de su aparición y no
habrá nada que modifique su carácter, en todo caso las acciones en que
participen servirán para mostrar su manera de ser. Los personajes que tienen
poca importancia o aparecen ocasionalmente se caracterizan así.
Me vestí lo
más deprisa que pude y en muy pocos minutos me encontré en disposición de bajar
con Holmes a la sala de estar.
Una dama
vestida de negro, con el rostro oculto bajo un tupido velo, que había
permanecido sentada junto a la ventana mientras nos esperaba, se puso en pie al
vernos entrar
- Buenos
días, señora –dijo Holmes animadamente-. Me llamo Sherlock Holmes y éste es mi
íntimo amigo y asociado. (…)
Mientras hablaba alzó el velo que le cubría el rostro y
comprobamos que se hallaba definitivamente en un lastimoso estado de agitación,
con tez descolorida, gesto de cansancio y ojos inquietos y asustados como los de
un animal perseguido. Sus facciones y figura eran las de una mujer de treinta
años pero tenía el cabello prematuramente gris así como pronunciadas ojeras y
expresión de agotamiento. Sherlock Holmes la examinó con una de aquellas
rápidas miradas suyas que todo lo abarcaban.
Arthur Conan Doyle, La banda moteada.
Sin embargo, en nuestra
vida a las personas no las conocemos así, no se nos ofrece una
"ficha" con los datos que permita su conocimiento inmediato. Vamos
sabiendo de alguien poco a poco, de lo que nos cuenta una tercera persona, por
lo que deducimos de su conversación, de lo que observamos en su comportamiento
en distintos actos... Es así justamente como son los personajes en relieve:
son contradictorios a veces, difícil de resumir su personalidad en unas
palabras, su carácter se va construyendo a lo largo del relato, y van
cambiando, evolucionan, los acontecimientos modifican su manera de ser.
El retrato.
No siempre se presenta a
los personajes haciendo un retrato fijo de ellos, pero en todos los relatos hay
siempre, de alguna forma, el retrato de
algún personaje. Cuando aparece por primera vez un personaje es conveniente
describirlo aunque sea brevísimamente para que el lector se haga una imagen
visual de él. Por ej. en Sólo pueden
ahorcarle una vez, así se nos presenta a un personaje:
Joyce esbozó una sonrisa breve
y nerviosa y dijo:
-Perdone mi ruidosa entrada.
Era una mujer alta, morena y de
ojos azules, de unos veinticuatro o veinticinco años, con anchos hombros y un
esbelto y robusto cuerpo. Tenía unas facciones un tanto irregulares, de expresión
intensa. Llevaba un pijama de satén azul, de holgados pantalones.
Dirigiéndole una amable
sonrisa, Binnett preguntó:
- ¿A qué se debe este barullo?
Para describir a los personajes
sirve lo que hemos dicho sobre la descripción de lugares: el retrato puede ser objetivo, realista (ej. el anterior), entonces los
rasgos se presentan con objetividad y ordenadamente: el orden tradicional es
desde la cabeza hasta los pies, pero se puede seguir cualquier orden.
Mira qué original es M. Vázquez Montalbán cuando describe a una
chica (Yésica) desde el punto de vista del personaje que la observa (el
detective Pepe Carvalho), en su novela policial Los mares del sur: El detective acaba de entrar en la casa y lo
recibe el mayordomo, oye música y pregunta:
"-¿Quién toca?
- La señorita Yes -contestó el mayordomo, sin tiempo de
adelantarse a las rápidas zancadas con que Carvalho empezó a perseguir la
música.
-¿Yes? ¿Se llama así?
- Su nombre es Yésica.
Abrió la puerta Carvalho. Una cintura con estrechez
subrayada por un cinturón rojo dividía el dorso de la mujer. Las nalgas
forradas de tejano reposaban su juventud redonda y tensa sobre el taburete. La
espalda crecía desde el vértice de la cintura con una delicadeza construida
hasta llegar a la melena rubia con mechas que caía desde la cúspide de una
cabeza echada hacia atrás para seguir más lejos el viaje de las notas.
Carraspeó el mayordomo. Preguntó la muchacha sin volverse y
sin dejar de tocar.
-¿Qué quiere, Joanet?
- Los siento, señorita Yes, pero este señor quiere hablar
con usted.
Se volvió rápidamente auxiliada por el giro del taburete. Tenía
los ojos grises, tez de esquiadora, una boca grande y tierna, pómulos de muchacha
diseñada, unos brazos de mujer hecha sin prisas y sin pausas; quizá exageraban
las cejas, demasiado pobladas, pero acentuaban su carácter fundamentalmente de
chica para anuncio americano.
Carvalho también se sintió estudiado, pero no porción a porción
como él había hecho, sino globalmente."
[Esta fotografía] hiela la sangre. El pie dice: "Millán Astray y Franco cantan junto a su tropa. Millán Astray, fundador de la Legión, eligió a Franco para que dirigiera el primer batallón". Puede que estén cantando, pero la congelación del instante no nos lo permite ver. En todo caso, la cosa es aún peor si en efecto están cantando, porque nadie canta así. Más parece que estén abucheando o desafiando o escarneciendo a alguien.
La cara de Millán Astray es la más acabada imagen de la chulería fanática. Alzado con desdén el bigote de hormigas, la dentadura picada e irregular, los ojos semicerrados como para mirar sin ser visto; su gesto es ya un insulto, parece que estuviera diciendo: "¡Anda ya! ¡A tomar por saco!" o alguna frase similar. Le pasa la mano derecha a su compinche por encima del hombro, y la cara de éste es la de un individuo en el que lo último que debería hacerse es confiar.
La expresión de irrisión y rechifla, la
denigración y la crueldad en la boca, las cejas turbias, los ojillos fríos
mirando siempre con avidez, el conjunto del rostro mofletudo y fofo, es el de
un criminal. Son un par de facinerosos, sin apelación. Si nos encontráramos hoy
día con esas caras, ni la calle cruzaríamos en su compañía. ¿Nadie las vio?
¿Eran percibidas de otra manera en su tiempo?
(…) Que un pueblo entero se deje engañar por las caras de
Kennedy o del propio González es comprensible; que se dejara engañar por
Franco, no. Por favor, miren la foto otra vez.
En cuanto a la forma
de presentar los personajes, puede hacerse al modo clásico, estáticamente,
como una foto fija.
Aún en este caso podemos
utilizar un procedimiento cinematográfico. Como la panorámica horizontal con
que se describe encadenadamente a varios personajes en La aventura de la acróbata ahorcada (p. 80).
Allí estaba Baldy, el
policía del barrio, esponjado ante su súbita popularidad entre los chicos de la
prensa. Un hombre alto y flaco que se parecía a Gari Cooper liaba un cigarrillo
junto a Bregman: era Tex Crosby, el cantante cowboy; estaba recostado contra la
pared mugrienta y miraba al Gran Gordi –en persona- con manifiesta antipatía.
Gordi tenía una nariz ganchuda como el pico de un halcón, un bigote negro y
lustroso, dedos largos y cetrinos y ojos negros. El pequeño Sam, el cómico,
tenía bolsas moradas bajo sus ojos cansados y parecía necesitar un trago con
toda urgencia. Todo lo contrario de Joe Kelly –el gerente del teatro- quien ya
olía como una fábrica de cerveza y no paraba de murmurar obscenidades por lo
bajo.
Pero no es necesario detener
la acción para mostrar al personaje, aquí resulta más fácil que en el espacio,
podemos ir revelando rasgos del personaje a medida que va actuando o
hablando, además ésta puede ser una forma de hacer menos secas las
intervenciones de los personajes en los diálogos.
Bueno, pues llegamos al último trabajo antes de
la composición final:
Cuenta algún fragmento de tu relato
en el que hagas la descripción de dos
personajes:
- Una de forma dinámica, al tiempo que habla o actúa,
- y otra estática, siguiendo un determinado orden
Para ambos casos conviene que:
- El personaje esté sacado de la vida real (uno de ello
tiene que ser conocido por todos)
- Lo visualices, de forma cinematográfica. Piensa en una panorámica, un picado,
contrapicado, zoom, travelling… lo
que te exija tu propio relato
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