viernes, 21 de febrero de 2014

La Narración. Construir un relato policial (11) El tiempo: duración y ritmo temporal


La duración del tiempo.
                -Es muy raro que en los relatos haya una coincidencia perfecta del tiempo con el de la historia. Lo normal es que el tiempo del relato sea más breve que el de la historia, porque no todos los acontecimientos de la historia son interesantes.
                Hay relatos que presentan una apariencia de duración coincidente.  Lo normal es que se eliminen las partes de la historia que resultan innecesarias, a eso se le llama una elipsis. Cuando se manejan con habilidad e imaginación las elipsis, los resultados pueden ser sorprendentes (como en Odisea del Espacio, de Kubrick). Si pretendemos mantener la tensión de una escena debemos contar minuciosamente, sin elipsis Ej. Lenguaje del cine 1 (Elipsis, 4,43) Ese mismo efecto lo vemos en Si muriera antes de despertar (p. 190) cuando en niño entra en la casa donde está retenida Jeanie:

 
No me atrevía a ir a la puerta principal, porque la luz de la luna daba de lleno en ese lugar; y porque sabía que las maderas del porche crujirían como un demonio bajo mis pies. Sin pensarlo más, me subí a una ventana, tratando de no hacer ruido contra las tablas de la pared, para echar una ojeada al interior; en la escuela, soy de los mejores subiendo a pulso. Pero no logré ver absolutamente nada porque cuando pude asomarme por la ventana todo estaba a oscuras. Bajé de la ventana para descansar y se me ocurrió una idea para comprobar si podrían entrar a salvo o no. Cogí un puñado de piedrecitas, las tiré al interior, y las oí caer en el suelo como si fueran granizo. Me agaché, dispuesto a lanzarme a la carrera en dirección a los árboles, pero nada se removió ni pasó nada. De manera que una vez más me armé de valor y me encaramé de nuevo a la ventana, aunque esta vez me decidí a entrar en la casa.

Esperaba que unas manos surgieran de improviso de la oscuridad para atraparme, pero no pasó nada; poco a poco vi que la luz de la luna iluminaba el frente de la casa, y ella me sirvió de guía. Pasé por un hueco de la pared en el que alguna vez hubo una puerta y me encontré en una especie de vestíbulo muy iluminado por la abertura de la puerta y por la claraboya que había en el techo; a un costado vi una desvencijada escalera que se perdía en la oscuridad.

Armándome de valor, puse la mano en la barandilla, y empecé a subir despacio, deteniéndome en cada escalón. Estos crujían y en un momento dado la maldita escalera produjo un estallido, como un tronco al fuego, y me quedé inmóvil y con la lengua fuera, pero no pasó nada, ni nadie apareció; yo estaba muerto de miedo. La casa parecía continuar esperando.

Esperaba que unas manos surgieran de improviso de la oscuridad para atraparme, pero no pasó nada; poco a poco vi que la luz de la luna iluminaba el frente de la casa, y ella me sirvió de guía. Pasé por un hueco de la pared en el que alguna vez hubo una puerta y me encontré en una especie de vestíbulo muy iluminado por la abertura de la puerta y por la claraboya que había en el techo; a un costado vi una desvencijada escalera que se perdía en la oscuridad.

Armándome de valor, puse la mano en la barandilla, y empecé a subir despacio, deteniéndome en cada escalón. Estos crujían y en un momento dado la maldita escalera produjo un estallido, como un tronco al fuego, y me quedé inmóvil y con la lengua fuera, pero no pasó nada, ni nadie apareció; yo estaba muerto de miedo. La casa parecía continuar esperando.




La velocidad. El ritmo narrativo

Cuando un período de tiempo de la historia se cuenta brevemente en el relato, se produce un ritmo rápido, una sensación de velocidad. Gramaticalmente se expresa con pocos adjetivos, oraciones breves y verbos de acción. Lo comprobamos en el relato Hombre muerto, cuando el protagonista es descubierto por el inspector del ferrocarril y la acción se precipita en una persecución (observa los verbos en forma personal):


- ¡Ajá! ¿Conque escondiéndote de mí, eh?

La luz de la linterna lo iluminó desde lo alto del furgón. Lucky saltó, se agarró a la pared del vagón, se incorporó y volvió a saltar por encima. Al caer sobre el terraplén le dolieron los tobillos por la violencia del impacto, y se tambaleó un momento antes de recobrar el equilibrio. El detective estaba junto a él, sujetándole. Consiguió soltarse, corrió al lado de la vía hasta que dejó atrás el furgón de cola y se internó en la oscuridad. El detective lo seguía, pero era un hombre corpulento y empezaba a perder terreno. (…) Lucky buscó algo donde agarrarse y puso la mano en un raíl. El detective se la pisó. El dolor le obligó a retirarla, pero en seguida volvió a extenderla. Esta vez sus dedos se cerraron sobre un perno que sobresalía tres o cuatro centímetros por encima de una traviesa. El detective tiró del muchacho, el perno salió del agujero y lucky reanudó la forzada carrera.

Por el contrario cuando el tiempo del relato dura más que el de la historia, cuando un período de tiempo se narra ampliamente, se produce un ritmo lento. Es como contar a cámara lenta. Las frases entonces son más largas, abundan los adjetivos y adverbios; los verbos copulativos o de estado y los complementos. Seguimos leyendo el relato anterior y la acción se detiene, el ritmo del relato también:

Lucky aminoró la marcha, se paró y se dio media vuelta. Luego todo su cuerpo se replegó como un muelle para lanzarse en una apasionada y convulsa embestida. El perno, que el chico aún seguía empuñando, golpeó la cabeza del detective y Lucky sintió el crujido de un hueso. Se quedó allí, contemplando algo oscuro e informe que yacía tumbado sobre los raíles.

Mira como ralentiza en tiempo Rubén García en su microrrelato, Mi gran momento

Estoy en el área rival en un partido decisivo, me lanzan un centro con el que pienso en hacer una chilena, ganar ese partido de Champions League y que me ovacione todo el campo. El balón me viene a la altura de la cabeza, poco antes me desmarco, doy un salto, estiro mi pierna…, con un impacto certero hago la chilena y el balón sale rozando la zapatilla que hace de poste de la portería en las canchas del parque. 

¿Cuánto tiempo pasa desde que le lanzan el balón y él lo envía a la red? ¿Y cuánto tiempo se emplea en narrar ese momento?

El ritmo es algo que tienes que manejar con intención en tu relato, no se cuenta a la misma velocidad una espera aburrida que el momento una acción trepidante. Eres tú quien tiene que dosificar y combinar con habilidad los momentos rápidos con los lentos.
Vamos a practicarlo: escribe un momento de tu relato (o dos) en el que puedas utilizar intencionadamente el ritmo temporal: un ritmo lento y un ritmo rápido.


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Quiénes somos

Éste es el blog del Departamento de Lengua del IES Manuel Gutiérrez Aragón de Viérnoles (Cantabria). Con este título queremos hacer un homenaje a Rafael Barrett, escritor contemporáneo a la Generación del 98, nacido en Torrelavega, muy poco conocido en nuestro país pero una figura fundamental en la literatura y la cultura de Sudamérica, especialmente en Paraguay, país donde vivió intensamente y escribió lo mejor de su obra. Comprometido con su tiempo, Mirando vivir es el título con el que se publicaron sus artículos periodísticos en 1912. Mirar la vida es, precisamente, la función de la escritura literaria, que observa, analiza con una mirada especial la vida de los seres humanos. Barret -ingeniero, matemático, periodista, narrador, ensayista- fue un anarquista no violento que jugó siempre la carta de los perdedores y denunció las raíces de los males sociales. En 2010 se cumplen cien años de su muerte, un buen pretexto para recuperarlo.