viernes, 21 de febrero de 2014

La Narración. Construir un relato policial (10): Los modos de narración


El narrador debe, o puede, contar no sólo las acciones y circunstancias de la historia, sino también lo que dicen y piensan los personajes. Para eso tiene varias formas de hacerlo:
                Estilo indirecto.
En este caso el narrador cuenta, con sus propias palabras, lo que los personajes dicen, resumiendo el contenido de sus palabras. De esta forma, la intervención del personaje queda incluida en el discurso del narrador. Reconocemos en él lo que los personajes cuentan o dicen, pero a través de la voz del narrador.
                Estilo directo.
El pensamiento o las palabras del personaje no sufren ninguna modificación, el narrador las muestra textualmente tal como se supone que fueron dichas o pensadas.
Vemos las dos formas de presentar los diálogos en un mismo fragmento este interrogatorio policial de Tiempo de Silencio de  Luis Martín Santos:


El policía tenía un cuello fibroso y en el rostro una ligera coloración rojiza, como si por debajo de su complexión moreno-verdosa, ardiera un oculto temperamento sanguíneo. A Pedro le produjo la impresión de inteligencia y de fuerza.
¡A su salud! -dijo el policía bebiendo también-. ¿Usted en qué trabaja?
Había otro subalterno a un lado, con la cara muda, inclinado sobre una máquina de escribir tan sucia que parecían telas de araña los hilos de polvo viejo que se estiraban por su interior roñoso.
Hago investigaciones sobre el cáncer.
¡Ah! ;Y eso se cura?
Pedro explicó que el cáncer no se cura. El policía le escuchó con religiosa atención, como si en uno de sus costados sintiera ya el mordisco de las bocas del cangrejo.
Mi madre murió de cáncer -dijo después poniendo cara compungida-. Ahora, con estos progresos, a lo mejor no hubiera muerto.
Pedro explicó que, a pesar de los progresos, las madres siguen muriendo.
No me convence -dijo el policía-. Yo creo que no la entendieron a tiempo. No crea usted que todos los médicos son igual. Nosotros no
tenemos seguro. No estamos bien atendidos. ¿Cree usted que pronto se dará con el antibiótico?
Pedro explicó que todavía faltaba mucho, que había muchas clases de cáncer y que el que él investigaba era un cáncer hereditario que aparecía espontáneamente en una determinada cepa de ratones traídos de América, desde el Illinois nativo. No todos los cánceres son hereditarios sino sólo unos pocos. Así que, aunque él descubriera alguna cosa con su investigación, no por eso el camino de la curación del cáncer quedaría abierto.

En el escrito las intervenciones directas de los personajes aparecen diferenciadas de las palabras del narrador, introducidas por guiones (a veces entre comillas si el diálogo es breve), además, casi siempre se indica expresamente, con un verbo introductorio, el personaje que habla. Ten cuidado con hacer estas indicaciones de una forma variada y original, no caigas en el tópico de "dijo él", "contestó ella". Observa la maestría de L. Martín Santos en Tiempo de Silencio:
– Tenga, señor doctor – se atrevió a decir Florita poniéndose algo colorada, pero haciendo chocar su mirada negra con la también azorada de D. Pedro. Éste no osaba fijar la vista en ninguno de los detalles del interior de la chabola, aunque la curiosidad le impulsaba a hacerlo, pero al mismo tiempo comprendía que el honor del propietario exige que el visitante diga algo en su elogio, por inverosímil y absurdo que pueda ser.
– Esta fresca esta limonada –eligió al fin.
– Estos limones me los mandan del pueblo -mintió Muecas con voz de terrateniente - y perdonando lo presente, son superiores.
–¿Quiere usted otra? -dijo Florita.
Oferta a la que don Pedro opuso una rápida y firme negativa mientras que Amador decía confianzudo:
– Tráemela a mí, chavala.
– No se hizo la miel para la boca del asno -fue la vernácula respuesta de la moza con la que hizo visible que, del mismo modo que su padre,
también ella era capaz -aunque más joven- de inventarse dos distintas personalidades y utilizarlas alternativamente según el rango de su
interlocutor.
–¡Dásela! -ordenó el padre más consciente de los lazos de tipo que le unían con un miembro de la plantilla del Instituto
– Y no seas tan arisca con el tío Amador -añadió redondeando este nuevo género de homenaje, menos refinado socialmente hablando, pero quizá más definitivamente necesario en última instancia.

El diálogo, o estilo directo, se emplea cuando se quiere dar mayor vivacidad a la narración, o para dar mayor sensación de realidad. También sirve para ofrecer al lector la posibilidad de conocer mejor a los personajes, no olvides que los personajes también se retratan en lo que dicen, sin necesitar la intervención del narrador.
               
        El diálogo se puede presentar puro, sin intervención del narrador como en el mismo relato (p81),


– ¿Cuánto tiempo llevaban casados, Brinkerhof? – gruñó el inspector.
– Dos años, Ja. En Indianapolis fue, Herr Inspector
– ¿Había estado ella casada anteriormente?
– Nein
– ¿Y usted?
– Nein
– ¿Tenían enemigos, ella o usted?
– ¡Gott, nein!
– ¿Eran felices?
– Como dos tórtolos éramos – murmuró Brinkerhof.



O también se puede aprovechar el diálogo para narrar lo que hacen los personajes mientras tanto, como en Un suicidio curioso (p. 244):
 
¡Gracias a Dios, gracias a Dios! ¿Te imaginas lo que habría sido si… si te hubieran acusado a ti? – preguntó Lillian bajando la voz, como si las paredes pudieran oír, y acercándose a la puerta del cuarto de baño.

– Desde luego –dijo el doctor McCullough, y sintió que de súbito se encendía de cólera–. Me habría costado mucho demostrar que soy inocente, puesto que estaba en la casa a la hora del crimen.

–Exactamente. No lo habrías podido demostrar. Gracias deberíamos dar a ese Anton, el pobre –su cara se iluminó y sus ojos brillaron–. Un bala perdida. ¡Bueno! ¡Pues el favor que nos ha hecho…!–se rió con estridencia y giró sobre los talones, alejándose de la puerta

– No comprendo de qué te alegras tanto –dijo él secándose las manos metódicamente–. Es una historia bastante trágica.

Vamos a practicar lo aprendido escribiendo un fragmento (diferente a los anteriores) de tu relato cuidando mucho los estilos, la señalización de los  diálogos, los verbos introductorios y las formas de presentarlos.

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Quiénes somos

Éste es el blog del Departamento de Lengua del IES Manuel Gutiérrez Aragón de Viérnoles (Cantabria). Con este título queremos hacer un homenaje a Rafael Barrett, escritor contemporáneo a la Generación del 98, nacido en Torrelavega, muy poco conocido en nuestro país pero una figura fundamental en la literatura y la cultura de Sudamérica, especialmente en Paraguay, país donde vivió intensamente y escribió lo mejor de su obra. Comprometido con su tiempo, Mirando vivir es el título con el que se publicaron sus artículos periodísticos en 1912. Mirar la vida es, precisamente, la función de la escritura literaria, que observa, analiza con una mirada especial la vida de los seres humanos. Barret -ingeniero, matemático, periodista, narrador, ensayista- fue un anarquista no violento que jugó siempre la carta de los perdedores y denunció las raíces de los males sociales. En 2010 se cumplen cien años de su muerte, un buen pretexto para recuperarlo.